Entrada de ‘Justicia’

Judicatura

lunes, marzo 25th, 2013

 

Se critica con demasiada ligereza a esas personas que a diario se devanan los sesos, tratando de mantener la paz social a base de dictámenes jurídicos.

No se tiene en cuenta, que hasta ellos llegan las intrigas, comedias y dramas de los conspiradores, corruptos y demás gente de mal vivir, que utilizan habilidosamente la mentira y que son maestros en levantar cortinas de humo que impiden el camino franco hacia la verdad, obligando a los jueces a deambular por trochas, callejones y callejuelas.

España y juez

Lo más bochornoso es que sean los partidos políticos, sindicatos y demás instituciones, que aquí no se libra nadie, los que practiquen con mayor maestría esas añagazas y estrategias o, al menos, así nos parece a los sufridores de esta época nefasta donde, pese a quien pese, da la sensación de haberse instaurado el “todo vale”, practicado con descaro por muchos de los que luego se asombran de los desmanes y alborotos con que son correspondidos, por lo que ellos llaman “ el populacho”, pero que en realidad se trata de aquellos que con mucho sentido común, pacificamente, quieren hacer llegar la coherencia a la sesera de los que, aunque sea a golpe de falsedades, dominan la situación, y son como ovejas atentas al silbido de la pastora alemana, pequeña, pero contumaz, que les amenaza con echarle los perros de la banca en cuanto no obedezcan sus mandatos.

Pero volvamos a la justicia, para romper una lanza a favor de ella, a pesar de discusiones internas cargadas de formulismos, que no hacen sino enturbiar el buen trabajo de la mayoría.
Me permito aconsejar a los que parecen querer burlarse de ella, lo que dice el refrán: “ con la justicia y la inquisición, chitón”, y mucho cuidado con practicar el deporte de provocar de la nada un pleito, a sabiendas que sólo conseguirán crear una alarma social que favorezca la defensa de intereses, a veces inconfesables, embarullando todo y tratando de hacer lo blanco negro.
Porque sufrirán la derrota de manos de una justicia que, aunque lenta, resulta inexorable.
Hoy más que nunca hay que estar con los jueces, dándoles el voto de confianza que requieren, los que tienen la penosa tarea de desenredar los nudos que trae cada expediente que llega a sus manos, aunque a veces, no se compartan con ellos sus veredictos, porque de lo contrario, pondremos en peligro esta democracia que tanto ha costado conseguir.

Justicia igualitaria

lunes, febrero 25th, 2013

En las antiguas “escuelas de cagones”, llamadas así por acudir a ellas personajillos con incontinencias aún no disciplinadas, nos enseñaron a fuego en qué consistía la justicia igualitaria.

La disposición del aula no podía ser más sencilla: nos sentábamos todos en pequeños taburetes en torno al maestro; eso sí, a una distancia tal, que la longitud de la vara que descansaba a su alcance, llegara a todas las cabezas semipensantes, de pelos alborotados. Se aplicaba una norma general: al transgresor de las normas le aplicaban el palo y ¡ay de ti! si llegabas a casa con la cantinela de que habías sufrido castigo, porque la correa o la zapatilla refrendaban sobradamente la actitud del maestro.

Justicia

 

Aunque a veces se notaba la predilección del enseñante por algunas personas, en lo tocante a la utilización del castigo ante los desvaríos, no existía discriminación alguna,se aplicaba de inmediato, en juicio sumarísimo.
Viene esto a cuento, no de la enseñanza, de la que hablaremos algún día, sino de la justicia.

Estamos asistiendo, sin entenderlo del todo, a una serie de comportamientos judiciales con ciertos personajes , que aún no tienen disciplinada su incontinencia de corrupción, a los que, caso de haber asistido a la escuela antigua justiciera, de seguro que el maestro no hubiera consentido que se colocaran fuera del alcance de la vara común al que tanto se temía.
Nadie pone en tela de juicio el derecho fundamental a la presunción de inocencia, proclamado en nuestra Constitución, que sólo decae ante prueba suficiente en contra, ante juez imparcial, ¡faltaría más!, Bien que echamos de menos aquellos que éramos vareados, a veces por un maestro ya mayor, con el oído o la vista disminuidos, que previamente al golpe, ante la alegación de “ha sido fulanito”, se hubiese suspendido la clase, procediendo a la apertura de un juicio donde se dictaminara si el maestro debería o no aplicar el castigo, en lugar de ser considerado chivato por los demás y recibir el abucheo del resto de compañeros.

Pero ese maestro cegato y sordo, conociendo sus limitaciones y preocupado por el buen orden en el aula, siempre colocaba en primera fila a los más alborotadores, de manera que, viéndose vigilados de cerca, decaían de inmediato en sus intentos de alborotar.
¿Que está pasando aquí con la Justicia? Muy fácil; por un lado, su mandamás, en vez de preocuparse por poner unas buenas lentes y un excelente audífono a los que imparten justicia, que de ese modo tendrían a su mano a los más necesitados de corrección, les obliga a juzgar con medios precarios y, para evitarles trabajo, deja sin derechos a buena parte de la población.

Que es lo mismo que si al maestro de escuela antiguo, le quitara aquellas gafas redondas y rayadas que remediaban en parte su ceguera y para que pudiera enseñar mejor, le dejaran a solas con los malhechores más pudientes, cuyos padres, en vez de aplicar zapatilla, pusieran a parir al maestro a la mínima, considerando que la vara era anticonstitucional.
Los métodos de aquélla escuela deben ser atemperados y corregidos ¡qué duda cabe!, pero eso es una cosa y otra bien distinta que los bárcenas y duques se aprovechen de la falta de medios de la justicia y puedan dilatar sus procedimientos más allá de lo que parece justo.

De seguir así, apaga y vámonos.