Política ¿la bien pagá?
martes, febrero 12th, 2013A la política se le podría adjudicar aquello que el cantaor pone en boca de un desengañado: “ la bien pagá”, sobre todo desde que sabemos lo que nos cuestan sus palmaditas en la espalda, besos y abrazos democráticos.
Burlados por sus fechorías e infidelidades, insistimos en nuestro empeño de mantenerla, soñando con que algún día entenderá que somos sus más incondicionales defensores.
La pregunta sería: ¿nos queda mucha paciencia? y la contestación pasa porque, pese a todo lo que está cayendo, aún tiene mucho margen para cambiar su conducta ; la generación del XXI, con una formación que en nada se asemeja a la nuestra, tiene claro que esta inmundicia tan generalizada de los barcenazos, es producto de una paranoia colectiva poco seria, donde todos y cada uno de nosotros agota su pequeña o gran influencia para sacar ventaja a los demás; basta pensar en los que admitieron de buen grado hacer pequeños negocios con algún amigo constructor, a costa de encarecer la vivienda a medio terminar, situándose como intermediario interesado; por no hablar de las ventajas que, si se puede, se conceden a los amiguetes para conseguir un puesto de trabajo.
Cuando oyes estos argumentos , te quedas pensativo y no sales muy airoso del examen de conciencia sobre tu pasado. Claro que, ante estos comentarios, no falta quien dice: coño, si los de la Renfe viajan gratis , yo, que soy médico, por qué no puedo meter a mis enchufados por la puerta de urgencias , por poner un ejemplo, sin que a nadie le parezca mal.
En resumen, “el parné” ha trastornado a toda una generación, que conoció tiempos de escasez, hasta el punto de besar el monedero antes de pagar unas cañas en el bar de la esquina. La tan cacareada regeneración política, no será posible si, previamente, no se produce la ética en cada uno de los españolitos, que ahora nos rasgamos las vestiduras cínicamente; porque de lo contrario, tardaremos poco en cambiar las imágenes sagradas por billetes de quinientos euros, que tan internacionales se han convertido, por no hablar de los que guardan clausura, esperando mejores momentos para salir a la luz pública.
A la bien pagá de esta política, la tiene que suceder una auténtica forma de gobernar, donde ,como se decía en Castilla en el medievo: “nadie sea más que nadie” y donde el dinero no pueda quebrantar voluntades, sobre todo aquéllas que tienen como misión defender el interés público. A la bien pagá del cantar, se le tiene que acabar el chollo de recibir dinero de los ilusos que pretendían encontrar en ella amores verdaderos.