Arrebatar las memorias
miércoles, enero 28th, 2015Unamuno, en el año de su muerte, publicó, junto a otros artículos, uno dedicado a las Santas Compañas, en el que incorporaba un comentario sobre la tragedia del autor que navegando acompañado del tesoro que suponía para él una obra escrita a base de desvelos y sudores , un naufragio esparció sus hojas por el mar, sin que pudiera rehacerlas o revivirlas; también comentaba que hay acaso otra tragedia más frecuente , menos espectacular y más callada y es la de aquél- autor o no- a quien una galerna del mar social de las pasiones-generalmente políticas- le arrebata sus memorias del pasado, de su íntima historia y le pela el alma.
Como siempre, este gran pensador, con mucho acierto, pone una ráfaga de luz en la penumbra que rodea a las personas que entran en la vida ajena con el mismo desenfado que un perro en misa, intentando poner un petardo en los cimientos de la misma, sin saber que, de ordinario, cada cual tiene en su polvoriento archivo recuerdos suficientes para salir al paso a semejante atentado.
Intentar borrar el pasado de cualquier persona , mezclando en ese intento de derrumbamiento tanto lo inválido como lo valioso, es un ejercicio en el que se pretende que lo sensato, lo opinable y lo insensato sea tragado por los demás en el mismo cucharon.. y eso huele a chamusquina desde lejos.
No repara Don Miguel en que existen personas con tan honesto pasado, que galerna alguna puede desmemoriarlos de lo que han vivido, porque sus experiencias forman parte de su “yo” entero, sobre todo si semejante atentado lo protagonizan aquéllos que limitaron los sueños de su juventud o condicionaron su madurez, al cargar sobre las espaldas de los que ahora menosprecian unos sobrepesos morales y materiales que frenaron su proyección.
No son pocos los que adoptan tal actitud. Sobre todo si pretenden hacer desaparecer de su ciclo vital los pocos o muchos méritos que haya podido cosechar el sufridor a base de haberse quitado trozos de pan, que no le sobraban, con que alimentaron a sus ingratos agresores.
A estas personas que utilizan la goma de borrar, se las puede tachar, , de seres exaltados a los que nada resulta más ajeno que contemporizar, que no conocen más camino que el suyo y que para ellos únicamente existe el todo o la nada.
En el seno de las familias, a veces aparecen estos desagradecidos, que no tienen inconveniente en sacar en forma de trapo sucio, fuera de ellas, la deformada interpretación de su historia intima, olvidando que perder o renegar de su propia sangre , es una muestra inequívoca de no aceptar el sentido de su nacimiento ni el sosiego que proporciona saberse querido.
Ante dicha actitud solo cabe el silencio, que no es un refugio, sino un recurso que permite vivir en paz. Y aunque a veces puede ser tachado de cobardía o intolerancia por lo que puede significar de abandono de la lucha o de falta de flexibilidad, encierra la sabiduría del que sabe alejarse de los conflictos y de la sosegada e íntima búsqueda de la verdad, de la cual nadie, incluido el silencioso , tiene el privilegio de poseer en exclusiva.
De ahí el valor de la retirada, que adquiere su mayor expresión y sentido, cuando a pesar de conocer la parte de verdad que le pertenece, elude el enfrentamiento y no deja aflorar aquélla, por mucho que su ánimo y orgullo le impulsen para ilustrar o sacar de dudas al ignorante o intransigente.
La verdad, decía Gracián, es como el rio Guadiana, que aquí se hunde y acullá sale, ello se debe a que una misma verdad puede vestirse de muchos modos, por eso tan importante es conocer la pluralidad de formas cognoscitivas y expresivas de la verdad, como saber elegir en cada caso aquéllas imágenes que mejor la configuran.
Pero elegir imágenes no es tan sencillo, porque aquellos que no quieren conocer otro camino que el suyo, a veces son expertos en los gestos que pueden producir confusión y enmascarar la verdad. Ya lo descubría Quevedo en los “Sueños y discursos”, cuando encargaba al “desengaño” que se dirigiera a las personas en los siguientes términos: “ yo te enseñaré el mundo como es, que tú no alcanzas a ver sino lo que parece”, para después asegurar que hay quien practica el vestirse bien en lo aparente para matar con el engaño, y eso es todo por fuera y parece así; pero ahora “lo verás por dentro” y verás con cuanta verdad “el ser” desmiente a las apariencias.
¿Ver por dentro? Asunto muy complicado y con muchas posibilidades de error. Por este motivo, Gracian aconseja en su “oráculo normal y arte de prudencia” , que hacerse a las malas condiciones de los familiares , así como a los malos rostros, es conveniente donde tercia agresión o enfrentamiento. Hay fieros genios que no se puede vivir con ellos, ni sin ellos. Es pues, destreza, irse acostumbrando, como a la fealdad. La primera vez espantan, pero poco a poco se les viene a perder aquel primer horror, y la refleja, previene los disgustos o los tolera.
Después de estas reflexiones hay que llegar a la conclusión de que ante aquellos familiares que intenten arrebatar nuestras memorias, no cabe mejor solución que un silencio prudente e irse acostumbrando a sus malas condiciones de trato, porque no merecen que se les tome en serio.